Monday, March 30, 2009

Mr. Wolf


No sabía si correr o quedarme a ver lo que estaba frente a mí; estaba segura que era algo más. Y mientras más oscurecía, más curiosa y atemorizada me sentía. Era de un tamaño espectacular, quizás más alto que un hombre normal, su cuerpo estaba cubierto por un pelaje oscuro y lacio; su hocico era lo bastante terrible, que podría comer a una vaca entera si así quisiera. Sus ojos eran de un color plateado, y sus pupilas tan alargadas, que podría jurar que miraba a un gato. De pronto, se fijó en mi presencia y se dirigió lentamente hacia mí. Mi cuerpo estaba paralizado; mis sentidos fuera de orden; mi corazón latía más rápido y más fuerte; mi respiración se agitaba. Cuando estaba más cerca de mí, aulló tan fuerte que mis tímpanos estaban a punto de romperse. Intenté hablar, pero de alguna forma, mi voz había quedado atrapada en la garganta. Quedamos tan cerca, a sólo un palmo de distancia, que comenzó a olfatearme como si fuera una extraña para él, como si no me conociera; como si nuestros mundos fueran completamente distintos. Él estaba en un universo donde yo no podía alcanzarlo, pero aún así cruzaba aquella raya invisible que nos separaba. No estaba enojado, más bien, hacía un vago intento reconocerme. Con una mano, quitó mi vestido, y quedé desnuda. Temblaba, pero no de frío. Me tumbó al suelo, y continuó exáminandome. Cerré los ojos, y pretendí por un instante que su otro yo estaba conmigo; que su boca mordía con ansiedad el lóbulo de mi oreja provocando mis usuales gemidos. Al abrirlos, ví a la bestia frente a mí; con una mirada de tristeza, se echó a correr, perdiéndose en la oscuridad. Me puse el vestido y caminé de vuelta al pueblo; mientras sonreía al susurro que me dijo: "¿Te gustaría jugar conmigo en Luna llena?"