Tus besos impregnados en mis labios, aún residen en mi cuerpo; tus caricias irrefutables e impacientes todavía me queman. Pero, ¿Acaso existes? ¿Acaso cuando nos sentimos tan cerca, piel con piel, compartiendo saliva, abrazados, jugando un juego que sólo era nuestro, eras real?
Dime, aunque no sea verdad, dime...incomparablemente, no puedo encontrar un rastro tuyo, porque no has dejado huella alguna con qué seguirte.
Traéme la noche, y con ella, la suave brisa convertida en tu voz, que me dice una y otra vez quiero y sólo esta noche, estar contigo...
No hay lágrimas porque no siento que te hayas ido; no hay tristeza porque no te has despedido; no hay amargura, porque no tengo manera de extrañarte.
Pero hay un olor, un olor dulce, mezclado con tu presencia y me envuelve y te vuelvo a tener, aunque por un instante, un frágil y efímero momento.
Los recuerdos aún nadan en las aguas de mi memoria; soy el naúfrago iluso y tú eres la isla que creo haber encontrado, a pesar de que por más bella y exótica que parezca, sólo es un sueño con un fantasma verde, con quien tengo ganas de estar...
Te deseo tuyo,
Te deseo mío
Glen
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